Acción deshabilitada por Aida Fernández
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PERÚ; LA MAGIA HECHA PAÍS.

Llevaba casi 4 años tratando de encontrar el grupo perfecto que se animara a acompañarme a Perú.  A muchos no les parecía suficientemente intersante como para hacer el gasto. Otros simplemente tenían otras prioridades. Un día después de no pensarlo demasiado mandé un mensaje… voy a Perú, quién se junta??.. Paulina mi ahijada adorada y compañera de otros tantos viajes fue la priemra en apuntarse. Natalia mi hermana que siempre envidió esos recorridos dijo, éste no me lo pierdo. Mi mamá me preguntó : ¿porqué no me incluyen?  así que dijo ahora también voy, invitando a su vez a Mariana, mi otra hermana  y a una de sus mejores amigas, la tía Rox, por eso de hacerse compañia.

Tomamos un tour, saliendo de CDMX a Lima. Dormimos una noche y salimos en la mañana a Cuzco, ciudad considereada la «capital histórica» de Perú. Visitamos el Coricancha, Plaza de armas, conocí a quechuas paseando hermosas alpacas por las calles como si fuera una mascota más. Visitamos el Valle Sagrado, recorrimos Pisac, probamos el cuy o conejillo de indias (sí, sabe a pollo salado)  tomamos un tren hacia Aguas Calientes para poder llegar a Machu Picchu. Lugar mágico, Montaña Vieja. De esos que te dejan sin palabras. El hecho que no se podía respirar bien, pasaba desapercibido ante la belleza y admiración que genera. Caminas entre las nubes y con ellas. Escuhas la historia de los Incas y de nuevo sólo puedes sentir que algo mágico sucedió allí.

Al día siguiente salimos a las 3 am hacia Vinicunca. LLegamos en un trayecto en camioneta de 4 horas, hasta llegar a los 4000 msnm, para después iniciar una caminata de 3 horas y  subir otros 1000 msnm más. La montaña Arcoíris era el destino final. Lugar donde un proceso geológico en el que hubo una alineación de diferentes capas de minerales, creó en la montaña,un efecto espectacular. La montaña  7 colores en los nevados Andes, es una parada obligatoria que te confirma que todo lo que vale la pena, viene acompañado de un gran esfuerzo.

De Perú me quedo con la sonrisa y calidez de su gente, de sus ceviches de mil variantes maridados con la mejor cerveza;  «Cuzqueña»; me llevo la imagen de sus mercados llenos de colores, sus Alpacas, mi nuevo animal preferido y la confirmación que fuimos el mejor grupo viajero posible. Pero sobre de todo me quedo con la energía, la mágia y mi propia capacidad de seguirme sorprendiendo. Gracias Perú

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